Ejemplos dados

Haro menciona que en la segunda mitad del sigo XX, a partir de la hibridación de los lenguajes artísticos, les autores comenzaron a incorporar la música a sus esculturas, ya sea por medio de un dispositivo o convirtiendo las mismas en instrumentos.

Harry Bertoia, artista estadounidense nacido en Italia, se dedicó entre otras cosas a la escultura de arte sonoro siendo un pionero en este tipo de obras.
En «Souns Sculptueres» (1972 apx), podemos ver una orquesta de esculturas elaboradas con distintos elementos metálicos: gongs planos y varillas de distintos grosores.
El hijo del artista Val Bretoica, reproduciendo el trabajo de su padre, compone una pieza sonora experimentando con las cualidades de los instrumentos diseñados jugando con las vibraciones que los mismos generan, logrando así un resultado orgánico y estruendoso al mismo tiempo.

"Una vez, un grupo de monjas que visitaron y dijeron que las esculturas sonaban como campanas de iglesia,
mientras que un piloto dijo que suena como un avión despegando."

Haro expone que la evolución de la tecnología otorga la posibilidad de manipular y producir sonido de manera sintética abriendo "...un universo de información acústica y expresiva que los artistas pueden manipular a su antojo, hasta el infinito". La posibilidad de acceso a los distintos dispositivos, generó la posibilidad de experimentar con el sonido sin necesidad de tener experiencia musical.

Steve Rich es un compositor estadounidense. Su obra se destaca por el uso de figuras repetitivas. En el caso de «Pendulum Music», vemos cuatro micrófonos que cuelgan de un cable y son impulsados de a pares con segundos de diferencia, moviéndose de manera pendular. En este caso la obra esta compuesta completamente por instrumentos electrónicos (parlante, cable y micrófono) empleados de manera no convencional, dónde el sonido se retroalimenta a partir de la recepción y reproducción del mismo, cambiando su velocidad e intensidad a medida que el movimiento se detiene progresivamente.